Tomo prestados
dos suspiros y quince
leguas marinas
surcadas por delfines
de gritos mudos.
Me dicen a golpes
que Ela nada sola
las mareas de mi frente.
Fruncir el ceño es
mi respuesta para salvar
el aliento de Ela.
Ela maldita,
Ela impía,
Ela el consuelo
de mis entrañas
marcadas a fuego.
Borracho de espuma
caigo dormido
en un abrazo
apretado y escueto,
delgado y hambriento
como mi alma intranquila.
Ayúdame a desear
¡ Oh, Ela !
Ayúdame a limpiar
los restos de tu recuerdo,
que sucio la calle
me parece pesada
sobre los hombros
que te cargaron.
Rugen las aguas
mostrando colmillos de sal.
Calla Ela tu charla de pez,
no puedo ver tus labios
de palabras desprovistos,
no quiero besar tu boca
abierta.
¿ Qué aire me darás ?
Aire de mar,
aire de mar
hendida en tus pechos.
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