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MIRALEJOS 10

10.

Una gaviota punzó la humedad de la mañana,

Goteó añil sobre el rocío de la noche.

El Lorenzo quebró el horizonte con su peso,

Derramando luz entre los cabellos

De Miralejos.


El Afilaor, lona de blanca espera,

Reflejó sombras de rizos, conchas y un miedo,

Miedo a ser y no dejar de ser.


El miedo es una piedra roma que no da filo

Al futuro.

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ACERCA DE MIRALEJOS.

Escribí este pequeño cuento/poemario hace unos años, inspirada por los días de mi infancia que pasé cerca del mar, cuando mi padre trabajaba en un pequeño taller donde construía barcas (chalanas) para pescadores y algunos otros de dudosa profesión. En mi memoria se escribieron amaneceres, olas, escalibures en el horizonte, colores, el salitre, un cante flamenco que tardé mucho en asimilar (¿Ó en apreciar?), coquinas en la orilla, cristales tallados en sal (cada uno con su correspondiente historia y aventura por las corrientes marinas), el viento de levante, espirales en la arena, sueños por cumplir. Tardé mucho en procesar estos recuerdos, en darles una forma que finalmente, ó quizá momentáneamente, ha sido "Miralejos" .
Estoy seca de belleza interior porque con ella trato de nutrir mi rostro, cabello, cuerpo y piel. La autodestrucción del Yo para ser Ella es una dura moneda de cambio.

ALFILER

Fui alfiler hundida en el suelo, clavada en la tierra para no volar en los vientos de la tristeza. Fui alfiler clavada en mi pecho, planicie despoblada donde nada crece salvo el hastío. Fui y nunca volví, fuí y nunca supe ser hombre en el espejo.